Mi primera experiencia con el Ulysses de Joyce fue mientras estaba en la Universidad. Lo empecé a leer en español y no entendí mayor cosa al punto de parar su lectura.
Decidí leerlo una segunda vez, esta vez en inglés. No sin antes leer una reseña literaria sobre este para intentar con antelación un poco más, comprenderlo. Esta vez sí que lo entendí, y hubo escenas, diálogos, leitmotivs que se quedaron grabados en mi cabeza. Me apasionó la Metempsicosis. Los diálogos de Stephen en la biblioteca me parecieron geniales. Me encantó la escena de las ninfas. Llegué a adorar al personaje de Leopoldo Bloom.
Este verano y aprovechando que se celebraban sus 100 años y unas vacaciones, decidí nuevamente leerlo.
Cualquier persona que se aventure a leerlo debe quizá saber un par de cosas para probablemente prepararse a su lectura.
Es una monstruosidad de novela. Más de 900 páginas y 18 capítulos. Cada capítulo está escrito de una forma diferente, y cada uno de estos (sin orden fiel) hace alusión a alguno de la Odisea. En algunos capítulos es fácil saber a cuál hace alusión, en otros requiere un cierto grado de conocimiento de esta para reconocerlo.
Aunado a ello, durante toda la novela (cómo en mucha de su obra) existe el paso de una narración real a a la mente del personaje en cuestión (es decir, uno asiste a un monólogo interior). Este tipo de escritura hace difícil seguir el hilo a la narración o tan siquiera comprenderla, pero genera pensamientos y máximas de un nivel literario realmente impresionantes.
Qué podría decir sobre este libro que no se haya dicho o estudiado ya? Tal vez no más que una apreciación muy personal: el antihéroe perfecto que es Leopoldo Bloom, será siempre mi personaje predilecto en esta vida.
A diferencia de la primera vez que lo leí, nuevas escenas y nuevos diálogos se me quedaron grabados en la cabeza.
Uno de ellos, la conversación entre Leopoldo y la señora del burdel y cómo por el tono y ritmo de la conversación en la mente de Leopoldo ambos cambian de sexo: ella un hombre altanero, y Leopoldo, una mujer sumisa y sometida. Es una escena incluso psicodélica.
Y una segunda que seguramente mucho tiene que ver con mi interpretación, el diálogo entre Stephen y Leopoldo cuando caminan hacia la casa del segundo. El hijo que buscaba un personaje que fuese su padre y se da cuenta no necesita de este (quién dicho sea de paso lo ha decepcionado). Y el padre en busca de un hijo, que se ve rechazado y a la vez humillado, por quién rechaza de ser su hijo.
Es en definitiva un libro genial, pero a quién se aventure a leerlo no me queda más que felicitarlo por su obstinación.
Y es esta segunda lectura que parece propiciará mi primera de Finnegans Wake.
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