Y un día fuimos geniales,
e incluso jóvenes.
Y hablábamos hasta tarde,
o demasiado temprano.
Queríamos cambiar el país,
y hasta el mundo;
y aunque no lo hayamos hecho,
menos mal que no cambiamos la cabeza.
Nuestro pequeño gesto egoísta de buscar una vida normal,
se tradujo en tomar una maleta,
y abandonar el caos.
Y te acordás de todo,
sin acordarte;
hasta que un día,
una taza de café enmielado
se te cruza con el fin de los Caifanes.
Y lo peor de todo,
es que no querías
el puto autógrafo de la Pausini,
sólo tu antología de Radio Futura.
*Escrito originalmente el 15 de septiembre de 2014. Publicado en algún viejo blog que tuve por ahí y levemente editado en agosto del 2022.
Deja una respuesta