Hace un año precisamente, luego de mis primeras idas esporádicas en bicicleta al trabajo, tomé la decisión que estas más que esporádicas se volviesen habituales y mayoritarias. Mi bici se volvió mi nuevo vehículo de transporte.
Curiosamente cuándo llegué a Burdeos intenté moverme en bicicleta. Realmente desde mi casa hasta el trabajo era un atentando el osar hacerlo. Hoy día existen ciclovías que me permiten hacerlo con más seguridad. Existe también cierto cambio en la mentalidad de las personas: en ese tiempo se veía como “pobrecito, no puede comprarse un carro”, cuando hoy día el uso de la bicicleta cómo medio de transporte se ha masificado en la ciudad.
Luego de un año pedaleando, acá un poco mi enseñanza y experiencia sobre dicho cambio.
Primera lección. Mi casa está a 9 Km del trabajo. Esto equivale a pedalear 18 Km por día. Hay que tener una bicicleta sólida y no la primera que se encuentre uno en una chatarrera.

Segunda lección. La rutina se vuelve tal si uno la hace más que se la piensa. Muchas preguntas e interrogantes se nos cruzan por la cabeza en las mañanas:
-Hoy me voy en carro porque tengo que llegar más temprano.
Falso: en carro tardo entre 30-40 minutos para llegar. En Bici, entre 25-35.
Hay que levantarse y agarrar la bici sin tan siquiera pensárselo.
Tercera lección: siempre usar casco. Saludar al andén sin casco no es lo mismo que hacerlo portando uno. Una simple decisión que nos puede separar de la parca.
Cuarta lección: temporalidad. Empezar a pedalear durante el verano en Europa es realmente agradable. Luego, en una ciudad cómo Burdeos el otoño como el invierno no solo son fríos sino que también húmedos. A la primera lluvia uno tiene la tendencia de tomar el carro, la verdad es que hay que equiparse contra la lluvia y perseverar mentalmente. Existe más riesgo, sí. Pero igual lo hay manejando un carro. Por alguna razón cuándo llueve todos manejamos nuestros vehículos de una manera distinta y a veces tonta. Vi ciclistas pasarse un semáforo en rojo para “no mojarse tanto”. En un carro pueden y suelen haber más accidentes cuándo llueve, y siendo ciclista la diferencia es que el bumper es uno. Hay que equiparse tanto para el frío cómo para la lluvia, y también para la oscuridad! Luego hay algo que aprendí poco a poco y es a regular la vestimenta necesaria a portar según la temperatura. En invierno puede uno transpirar si está demasiado cubierto. Las mañanas de primavera puedo ir en camiseta pero usando una bufanda para no resfriarme (Latino Forever \m/ )

Quinta lección: es un error de esfuerzo y transpiración (entre otros) portar una mochila a la espalda. Las bolsas laterales son ideales para cargar mochila y otras cosas.
Sexta lección: al inicio siempre llevaba mis audífonos para escuchar música y podcasts. Realmente es muy peligroso hacerlo, es una fuente de distracción bastante grande. Dejar de llevarlos no solo evita ese riesgo innecesario, sino que a mí también me permitió que mis trayectos al trabajo sean para despejar mi mente completamente y no concentrarme en más que pedalear. Esos momentos del día se vuelven placenteros.
Séptima lección: realmente si uno se organiza puede hacer todo (o casi todo) con su bicicleta. El súper te desequilibra un poco, pero se sobrevive.

En definitiva puedo decir que es una decisión que ha traído un cambio positivo en mi vida. Física y mentalmente me siento mejor, y con rutinas intensas & estresantes como las que mi querido café me hace pasar, realmente es una válvula para que un bienestar pueda fluir en uno. Antes solía ir a un gimnasio, al cuál no voy más, y creo que para mí hace más lógica hacer un ejercicio que contribuye o se desenvuelve, en todo caso, en mi rutina de vida: necesito ir al trabajo, uso mi bicicleta para acceder al mismo. Mi medio de transporte es mi ejercicio. No me encierro más en un lugar para gastar energía que no fluye más que en ese enclaustro y sin utilidad en mi cotidianidad.
Y al final de todo, es innegable que algo positivo debe haber en qué estos cerca de 3500 Km los haya pedaleado 😉
Pd1. Menos mal hay duchas en mi trabajo.
Pd2. El casco nos deja peinados cómo que si fuésemos a Sábado Gigante.
Pd3. Cuándo salgo tarde de la oficina siempre tengo la imperiosa necesidad de tararear The Killing Moon creyéndome Donnie Darko.
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