31/10/2021
Hace prácticamente 10 años que inicié mi vida profesional en el café. Profesional, porque mi vida, de hecho, nació en el café.
No fue sino hasta 2012 que empecé a trabajar en el café, en una empresa de Burdeos (pequeña en ese tiempo) llamada Belco.
Con Belco aprendí muchas cosas, y pude experimentar muchísimas otras más. Aprendí y conocí el mundo del comercio. Duro a veces, capaz de curtirte la piel, pero también que puede ser bastante satisfactorio.
En Belco encontré también un laboratorio a mi disposición, en el cual hacer reaccionar dosis de una creatividad desbordante de joven con un proceso ingenieril de Hans Castorp.
Gracias a Belco, pude conocer el mundo (o una buena parte del mundo). Un viaje casi espiritual que durante 10 años me ha llevado a conocer países que jamás pensé conocería, como Burundi del centro de África en mi primera aventura en este continente, o sentirme en otro planeta mientras caminaba hacia la civilización de los Waerebos en la isla de Flores, o pasar probablemente una de las peores noches de mi vida en un centro de retención en el D.F. mexicano por una “confusión” con mis papeles.
En este viaje de café, he podido hacer amigos, muchísimos. He podido, me gusta realmente pensarlo, cambiar mas de alguna vida (o al menos cotidianeidad) implementando modelos de comercialización distintos. He sembrado semillas que han podido nacer en cabezas de personas a quienes he cruzado en este camino y vice versa. Gracias a esta experiencia, he realmente podido sentir que, así como un día un catedrático me lo dijo: ser un profesional no es más que al fin y al cabo poner nuestro entendimiento al servicio de la sociedad.
Brevemente, aunque expresando ampliamente el alcance de Belco & el café en mi vida, expongo esto para explicar porqué Café & Belco son parte del tridente del Jetlag.
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