“Soy indígena de una tierra que nunca existió” Santiago Auserón
Con mi familia llegamos a Colombia hace poco más de un año. Extranjeros los tres. Una francesa más tropicalizada que la michelada (aunque de esta no guste), una francosalvadoreña de baguette & mimolette y un salvadoreño más europeizado que la mirada de Borges.
Nada nos ataba a esta tierra. Ex-patriés. Extranjeros.
Pero la vida nunca es como la pensamos o como la vemos e imaginamos. Y no es ni tan sencilla pero tampoco tan compleja. Compleja porque somos seres pensantes al final, pero sencilla pues a la vez formamos parte de esta naturaleza.
Algo nos ataría a esta tierra. Un bebé que llegó a enriquecer nuestro hogar al año de habernos instalado. Ulysse. Ulises Paisa. El colombianito.
Con Colombia o en Colombia y gracias a tantos amigos que en poco tiempo hicimos, nos reconectamos sin duda a muchas cosas, entre ellas la naturaleza pero también con nosotros mismos.
Ulises venía con alas, trae consigo tres pasaportes bajo el brazo. Y una tradición andina & placentera, nos permitió regalarle también un lugar para sus raíces.
Todos tenemos raíces, aunque seamos indígenas de tierras que nunca existieron o nuestra patria la conformen solamente los amigos. Pues geográficamente un día puede ser una costa francesa y al siguiente, el páramo colombiano.

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